Sigamos con un ejemplo:
aquí, en España, hay una tradición muy típica con la que cualquiera nos
relaciona, una tradición que desde hace mucho tiempo es practicada y que yo
aborrezco inmensamente. Esto son las corridas de toros. “Qué guay… Soy un
torero que mata toros, y me da igual mi vida porque me vitorean. ¡Qué guay…!”.
Ya. A la inmensa mayoría de españoles les parece algo normal, incluso
divertido. Pero, si vamos a algún lugar recóndito que desconozca completamente
todo esto, es muy probable que no entiendan la gracia de la tradición y que no
la acepten, al igual que un español amante de las corridas de toros no
aceptaría ni comprendería sus tradiciones.
Con todo esto, quiero
llegar a la conclusión de que, según nuestro entorno y lo que nos haya sido
inculcado, cada uno tiene sus propias tradiciones y su propia definición de
“costumbre moral”, y quiere que esas costumbres sean aceptadas. Por lo tanto,
sí, dentro de lo que cabe, habría que respetar las tradiciones del resto al
igual que ellos deben respetar las
nuestras.
¿Entonces da igual su contenido?
ResponderEliminarNo entiendo totalmente tu pregunta, pero, bueno, intentaré contestar: lo que entiendo es si debemos aceptarlas, por "macabras" (no se me ocurre una palabra distinta) que sean, si así está escrito en su sociedad, ¿no? Bien. Cada cual tiene sus propias creencias por unas razones u otras, yo no puedo aceptar todas, claramente, pero no puedo hacer nada por cambiar su mentalidad. Por ejemplo: vuelvo a los toros. Yo, por mí, lo quitaba y lo volvía ilegal si en mis manos estuviera, en cambio, no puedo hacer nada, porque en esto cree la gente (en serio, ¿por qué?). Así que, claro que no da igual, pero siempre habrá gente con pensamientos dispares referentes a cualquier costumbre o tradición.
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