jueves, 25 de febrero de 2016

COGITO ERGO SUM (y al revés, también)

Sí, he vuelto. No sé si este es el primer artículo de otros muchos o simplemente un artículo que de repente me ha apetecido escribir. Y es que hace unas horas he tenido una larga charla de vuelta a casa que me ha hecho ser más consciente de algo que ya sabía, que me ha hecho pensar en que tengo que hacer algo. Así que aquí estoy, a ver si sirve. Que yo, al dejar de escribir aquí, pensé en volver, que no os digo que no, pero pensaba a la par: "¿de verdad les importa lo que tenga que decir?", y os importe o no, yo creo que lo de ahora es relevante, así que, ya que estáis, lo leéis (o no, bueno, según veáis).

El caso, que me voy del tema (y lo echabais de menos, que lo sé), es que la cuestión que quiero abordar es el tan comentado asunto de la abolición de la asignatura de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato. Yo la tuve que estudiar y, a diferencia de lo que me temía, fue fantástica. Claro está, contribuyó el hecho de que el profesor mostraba la asignatura de forma amena y comprensible, desde la curiosidad incluso, procurando, no solo que el estudiarla fuera fácil, sino que nos entretuviese y fascinase. Y vaya, lo consiguió. Que yo, ahora en la carrera (de Ciencias puras, que no se diga), sigo hablando de lo que aprendí, sigo mencionando autores y sigo buscando similitudes entre lo que hablamos cotidianamente y lo que dijo tal autor de aquella época sobre un cierto tema (qué bien concreto). Porque, lo creáis o no, hay Filosofía a nuestro alrededor.

Os contaré que yo hace unos años comencé a pensar en el porqué de ciertas cosas, por qué soy como soy, por qué actúo como actúo y por qué las cosas evolucionan así como lo hacen. Y yo, en pensando, comencé a crearme teorías. Teorías para mí, vaya, para intentar entender las cosas de algún modo y, por qué no, para mantener alguna conversación interesante de vez en cuando. Y un día, llegó 2º de Bachillerato. Es un curso en el que no es extraño pensar que va a ser un año duro y que lo importante es sacar las mejores notas posibles en aras a nuestro futuro académico y/o laboral, llegándonos incluso a olvidar, a veces (solo a veces), de aprender durante el camino. Y ahí estaba yo, en Historia de la Filosofía. Me parecía una asignatura interesante, conocías y llegabas a comprender distintos puntos de vista; sin embargo, si bien unas ideas te podían gustar más y otras menos, quizá no llegabas a un punto en el que te consiguieses identificar con alguna mentalidad en concreto. Y entonces, llegó la hora de estudiar su pensamiento. El pensamiento de don José Ortega y Gasset. Que yo, así de repente, me quedé atónita. Y es que, tras casi un curso entero, instantáneamente me sentí identificada con su filosofía (con lo que dimos en el temario, vaya, que a mí aún me queda por leer). Fue una sensación extraña, que no mala, gratificante, que de repente había conseguido sentirme identificada con el pensamiento de un autor. Que, después de unos años con cierto pensamiento que surgió de un mero intento de comprensión, encontré un pensamiento similar al mío. Ya no era yo sola, supe que más gente pensaba como yo. Y oye, qué bonito.

E iba yo a la vuelta hablando y ha salido el tema, y he contado ese momento en el que me sentí identificada, viniéndome así, de repente, una sensación grata, una sensación de consciencia sobre cómo me sentí en aquel momento, una sensación de, pues eso, que qué bonito. Y me ha apetecido escribir esto. Y que lo de suprimir Historia de la Filosofía del temario no sé bien por qué será, si por capricho o por alguna razón de peso que desconozco, pero con todo esto quería yo decir que, si se suprime para no darnos a conocer distintos pensamientos filosóficos, para minar nuestras ideas críticas y subjetivas, repito: hay Filosofía a nuestro alrededor. Que aunque no la estudiemos, nosotros la creamos, y estoy segura de que más gente a parte de mí se ha sentido identificada con algún autor, pues está en nuestra racionalidad pensar, preguntarnos e intentar comprender el mundo en el que vivimos a base de ideas que nosotros mismos sugerimos. Y así, igual que Descartes decía "pienso, luego existo", yo digo: pienso, luego creo Filosofía.

Así pues, difícil es un mundo sin Filosofía, que, aunque la supriman como asignatura, no desaparecerá, pues nosotros, sin apenas darnos cuenta, conseguiremos que subsista.